lunes, 27 de junio de 2011

Anáfora




Solemnemente Agente Libre Danza Contemporánea baila su temporada 12 + 1

La compañía de Danza Contemporánea Agente Libre ganadora del Premio Nacional de la Cultura 2009, celebra su temporada 12 + 1 con el estreno con la obra “Anáfora”, propuesta coreográfica de Félix Oropeza que aborda el espacio ritual como metáfora de la creación y la transformación.

Ratificando nuestro compromiso de transitar los caminos de la formación, la investigación, la creación y la difusión de la danza, con el propósito de consolidar un espacio para la expresión libre sobre el movimiento, la ciudad, el amor; las mujeres y los hombres y sus relaciones; el juego, la política, los ritmos, las alegrías y los odios, sobre los encuentros y los olvidos, sobre las nuevas posibilidades de sobrevivir y en fin, sobre cómo transformar nuestra realidad.

Anáfora es una “Especie de tiempo sin duración ni media razonable. Espacio contenido nada sujeto.

Liturgia, ofrenda y sacrificio. Seguridad brindada por la repetición, la reiteración y la reincidencia. Ausencia de lugar, costumbre o ceremonia. Un tiempo que no ordena la secuencia de los sucesos. Ámbito ritual de incertidumbre y carencia de lo reconocible. Un embrujo.”

En este auto sacramental iniciático intervienen Mariana Alviárez, Natazha García, Luigiemar Gómez, Eliana Guerrero, Fabiana Iraci, Mhares Ramírez, Oswaldo González, Ronny Méndez, Zeus Marchionda, Manuel Álvarez, Oswaldo Marchionda y Félix Oropeza, conjuntamente con la Universidad Nacional Experimental de las Artes –UNEARTE y el Instituto de Artes Escénicas y Musicales - IAEM , tendrá lugar en la Sala Ana Julia Rojas de la sede de UNEARTE en Plaza Morelos (Antiguo Ateneo), los días 30 de junio y 1, 2 y 3 de julio de 2011, jueves, viernes y sábado a las 7:00 PM y domingo a las 6:00 PM, la entrada es completamente gratis.

Sea pues esta una nueva oportunidad de movernos al son de nuestra original mixtura prolija y nativa, reflejarnos en nuestra propia imagen que nos maravilla e irrita, que nos conmueve e invita a elevarnos a planos de mayor trascendencia.

En receso y de improviso



La escuela venezolana de danza postmoderna se estableció en el país tardíamente aunque en forma definitiva. Una generación imbuida de un espíritu de reacción contra el gesto tenso y crispado, logró hacerse sentir y reencauzar la danza escénica occidental en las décadas finales del siglo XX. Sus impulsos iniciales, ya sistematizados, tocaron la danza nacional hace un poco más de 20 años. La soltura, la improvisación y el contacto, eran conceptos lejanos en un medio donde prevalecían los principios y las formas desarrollados a partir la modernidad de la danza.

Todavía exhibiendo su intrínseca condición marginal, la danza postmoderna comenzó a hacerse presente, tímida y de manera agazapada, justo a finales de los años ochenta, momento considerado como de sustancial desarrollo para la danza contemporánea en Venezuela. Los festivales de danza postmoderna realizados en Caracas y algunas ciudades de provincia, afianzaron las primeras informaciones y lenta pero firmemente se asimilaron a las corrientes ya existentes en la danza venezolana. Poco a poco, fueron personalizándose las influencias y los códigos, hasta convertirse en una clara tendencia que orientó los tiempos finiseculares. Nuevas voces de la creación y proyectos alternativos surgieron alrededor de una visión del movimiento asentada en la espontaneidad, la cotidianidad, la violencia y el humor.

Neodanza ocupa un lugar notable dentro de la aludida escuela venezolana de danza postmoderna, por su inserción, luego de su tránsito por experiencias más conservadoras, dentro de la dinámica de la también llamada nueva danza y, fundamentalmente, por su exploración en términos de una ideología y una estética cónsonas con las convulsiones de la era global.

Un humanismo oscuro y desesperanzador, al mismo tiempo que vital y solidario, ha guiado las acciones de la agrupación dirigida por Inés Rojas, quien exhibe una individual capacidad transformadora de su propio destino como bailarina. El poder y su adecuación a las nuevas realidades, el acecho de las tecnologías y la acuciante incomunicación humana en medio del auge de las redes sociales. Todos han sido puntos de partida para la paulatina configuración de una concepción escénica desde el movimiento que, con momentos altos y bajos, dan cuenta de una dimensión de la danza experimental del país.

La más reciente obra creada por Neodanza, cuyo extenso título puede sintetizarse en Coffe-break interglaciar, firmada conjuntamente por Inés Rojas y Carlos Penso, reafirma la línea de la compañía, aunque la sitúa en un estadio de abstracción de mayor depuración, evasivo de alguna dramaturgia generadora de discursos y propiciador de gestos. No se encuentra en este acto escénico un hilo conductor que coadyuve a un entendimiento compartido. Presenta, por el contrario, una secuencia de escenas, aparentemente inconexas y sólo hilvanadas por una concepción estética que enfatiza en el espacio reducido e individualista, donde cuerpos y sentimientos destruidos alardean de su organicidad y plasticidad.

La producción permitió un reencuentro revitalizador con la bailarina Arais Vigil, vulnerada en su visceralidad y regocijada en sus hallazgos estéticos. Además, una nueva generación de intérpretes se perfila como emergente dentro de una tendencia que busca regenerarse de continuo. La escuela venezolana de danza postmoderna se acrecienta.

Carlos Paolillo
Publicado en el Nacional- cuerpo escenas
Caracas 15 de junio 2011

Onírico y atípico



Dos visiones femeninas sobre el cuerpo expresivo, muy distintas entre si en cuanto a bases conceptuales, lenguajes formales y propuestas escénicas, comparten, sin embargo, un ámbito en común: su profundo sentido humanista. Luz Urdaneta, sólida creadora poseedora de un código proyectado y reconocible y Claudia Capriles, permanente indagadora por caminos no sistematizados ni establecidos, coincidieron con sus más recientes obras en la temporada inaugural de la Compañía Universitaria de las Artes de Unearte.

Soneto de un sueño, de Urdaneta, representa el más notable resultado de la etapa creativa que vive actualmente la coreógrafa, iniciada hace aproximadamente una década, en la cual la introspección emocional y gestual orientan su discurso estético. Durante este tiempo, la mujer, con sus fortalezas y sus fragilidades, ha sido el ámbito de exploración sereno y discreto. Esta nueva obra va mucho más allá y apunta a una intensa reinterpretación de la emotividad humana. El gran formato escénico, la presunción sobre la existencia de una o simultáneas historias y la contrastante pasividad y visceralidad corporales, inducen el espíritu y determinan sus formas. Un espacio abigarrado y olvidado en el tiempo, contiene a uno seres que se debaten entre el recuerdo, la nostalgia y la rebeldía. Tapizado de música muerta, el lugar, entre real y fantasmal, acoge quietudes y estrépitos, complicidades y recelos, equilibrio y violencia, cordura y locura. La concepción espacial de Soneto de un sueño es extrema en sus intereses visuales y se convierte en el parámetro contenedor de los impulsos desbocados y reprimidos de sus intérpretes. De búsqueda minimalista, tanto por su estética como por su tiempo, la obra de Luz Urdaneta logra generar imágenes, producir atmósferas y exaltar sentimientos sobrecogedores.

Por su parte, a-topos, de Claudia Capriles, tiene uno de sus principales atractivos en su propia dificultad de clasificación. La obra deja muy en claro su urgencia de tránsito por caminos inciertos, especialmente en lo que se refiere a su concepto e investigación sobre lo corporal. No se observa una unidad dramática, más bien se trata de acciones independientes que, juntas, se presentan como una dramaturgia no convencional. No se evidencia interés por un desarrollo exhaustivo de cada una de las ideas, sólo pretende un sugerente esbozo que debe ser reelaborado desde la personal sensibilidad de quien observa.Mucho de ceremonia y de ritual, ancestral y contemporáneo, lleva consigo el estudio escénico de Capriles, racionalmente estructurado y resuelto dentro de una dimensión estética superior. El impoluto espacio escénico concebido a la medida de su espíritu sobrio y desprovisto, se fusiona a plenitud con unos cuerpos dúctiles y un dispositivo lumínico y audiovisual de muy altas valoraciones formales.

Soneto de un sueño y a-topos, son también la resultante de procesos de integración artística - movimiento, teatralidad, musicalización y diseño - siempre deseable aunque pocas veces alcanzado con tanta plenitud.

Carlos Paolillo
Publicado en el Nacional- cuerpo escenas
Caracas 8 de junio 2011

charla Videodanza

los espero

jueves, 16 de junio de 2011

Proyecto a- t o p o s Tras el lente

a - t o p o s a través del lente- José Reinaldo Guédez
haz clic sobre a-topos

Proyecto a - t o p o s

Una aproximación visual al concepto de átopos, de la mano de Roland Barthes

"Fragmentos de un discurso amoroso"
El ser amado es reconocido por el sujeto amoroso como "átopos", es decir como inclasificable, de una originalidad imprevisible. Es átopos el otro que amo y que me fascina. No puedo clasificarlo puesto que es precisamente el Único, la Imagen singular que ha venido milagrosamente a responder a la especificidad de mi deseo. Es la figura de mi verdad.
Frente a la originalidad brillante del otro no me siento jamás átopos, sino mas bien clasificado (como un expediente conocido). A veces, sin embargo, llego a suspender el juego de la imágenes desiguales ("¡Que no pueda yo ser tan original, tan fuerte como el otro!"); intuyo que el verdadero lugar de la originalidad no es ni el otro ni yo, sino nuestra propia relación. Es la originaliad de la relación lo que es preciso reconquistar. La mayor parte de las heridas provienen del estereotipo: estoy obligado a hacerme el enamorado, como todo el mundo: a estar celoso, abandonado, frustrado, como todo el mundo. Pero cuando la relación es original, el estereotipo es conmovido, rebasado, eliminado, y los celos, por ejemplo, no tienen ya espacio en esa relación sin lugar, sin topos, sin "plano" -sin discurso
.

 - Roland Barthes

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