viernes, 15 de julio de 2011

Ego del cuerpo


La creación artística parte de una necesidad expresiva individual que, una vez concretada en obra, se inserta en un cuerpo social determinado. No hay, por tanto, arte sin individuo, tesis que habría que reivindicar permanentemente. Un especial énfasis en el creador como desencadenante de procesos y concreciones conceptuales y estéticas puso la muestra IN-dividuos, miniaturas significantes, visiones del signo y el cuerpo VERSO, presentada dentro del 
XXVII Festival de Jóvenes Coreógrafos.

La Sala Horacio Peterson de Unearte, aforada totalmente de blanco y transformada en su dimensión espacial para remarcar su esencial condición experimental, acogió a 10 estudios coreográficos pertenecientes a 6 noveles autores, que poseen como denominador común la búsqueda de códigos corporales personalizados. Se trató, en la totalidad de los casos, de actos escénicos que evidenciaron investigación y deseos de ruptura, aunque también cierta ausencia de referentes, situación que reflejó autenticidad en el impulso, aunque no siempre resoluciones inéditas.

Intentar clasificar las obras presentadas por géneros escénicos o tendencias de movimiento, no resulta sencillo y quizás tampoco necesario. En ellas cuenta, ante todo, la necesidad imperiosa de decir y el arrojo contenido en los discursos. Coinciden en la exaltación suprema del yo como generador de las acciones que pueden conducir, al final, a un sentimiento compartido.

Del grupo de creadores, Lester Arias ofreció tres proposiciones desaprensivas e incitadoras. María, indaga en los terrenos de la identidad desde una perspectiva dual con alguna sutil dosis de terror psicológico. Recrea con singularidad las teorías teatrales del espejo y del rostro y la máscara. Ritual de tanteo, despojo, reconocimiento, rechazo y aceptación, todo dentro de un marco escénico de elevados valores plásticos. Pene (gracias a todos por estar conmigo y acompañarme en este momento tan importante de mi vida y mi carrera artística) y Abre < boca (guía práctica del sexo y la buena nutrición), constituyen planteamientos cotidianos, incluso mediáticos, abiertos y desestructurados, que, en medio de agudeza y mordaz humor, provocan y enfrentan.

El mundo de Tábata Toledo es intrincado y oscuro. Apuesta a Maravilla Blue, contentiva de una suerte de novísimo gesto expresionista, se inspira en la figura y el mito del caballo, para arribar al universo interiorizado de una mujer vulnerada. Por su parte, Ariana Meleán sigue la vertiente del accionar inesperado conjugado con un tratamiento del cuerpo vigoroso. Eje cigüeñal 3e1-11, reimpulsa tanto al evento como al movimiento hecho forma. Ambas creadoras, se juntan en un y casi personal, paraíso
habitado por dos evas postmodernas, mitad ninfas, mitad mujeres en desequilibrio.

En Creo nº1: 1.85 kg. y un vestido de pepitas, de Irene Bracamonte, junto a la bailarina Raquel Piñeiro, apela a una situación común y sencilla para, además, explorar un movimiento dinámico y crispado. Bracamonye y su gemela, Gabriela, juegan con crueldad a la violencia en El jucio – inútil y gratuito.

Finalmente, Naudy Contreras brinda su aproximación a la máscara, igualmente enigmática, en el tenso ceremonial de espíritu y de carne Anatomía 3 (Un solo acompañado). El personaje construido dentro de este rito por Sain-ma Rada resulta atractivo por inabordable.

Carlos Paolillo
publicado en El Nacional. cuerpo escenas
Caracas 13 de julio 2011


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