miércoles, 13 de julio de 2011

Biografías que son puentes




La consulta del Diccionario biográfico de la danza mexicana (Conaculta, 2009) remite necesariamente a destacar la relación existente entre la danza escénica de ese país y la de Venezuela, desde sus orígenes y hasta tiempos recientes.En la mencionada obra de referencia, coordinada por el investigador César Delgado Martínez, se encuentran 5 entradas que destacan a creadores estrechamente vinculados con la danza artística nacional, Griskha Holguín, Graciela Henríquez, Tulio de la Rosa, Elsa Recagno y Evelia Beristain, especialmente influyentes durante los años 50 y 60 del siglo pasado, además de poseedores de notables ejecutorias en el contexto mexicano.

Holguín vivió la etapa originaria de la proverbial danza moderna mexicana y generó el correspondiente movimiento en Venezuela. Henríquez, a su vez, forma parte de la generación precursora del ballet clásico y la danza contemporánea profesional del país, realizando, además, una labor destacada como bailarina y coreógrafa en sus largos años de residencia mexicana. De la Rosa y Recagno iniciaron sus correspondientes carreras dentro de la danza clásica en Caracas, siendo hoy en día dos figuras centrales de la docencia y la investigación en México. Finalmente, Beristain, aportó sobre la concepción técnica de un intérprete de danza moderna en los primeros años sesenta, decisivos para la vida venezolana.

En más de un aspecto coinciden los procesos venezolanos y mexicanos de la danza, caracterizados por una cooperación, quizás no institucionalizada, pero si constante y efectiva. Una profusa interacción de información y conocimientos lograda a través de la presencia de personalidades y agrupaciones, cumplida tanto en México como en Venezuela, determinó las acciones de cada uno de sus actores.

Los años ochenta trajeron un contingente significativo de jóvenes bailarines mexicanos al país, quienes se convertirían en intérpretes fundamentales de la compañía Danzahoy: Jacques Broquet, miembro fundador de esta institución, Javier Romero, Benjamín Hierro, Beatriz Madrid, Víctor Manuel Ruiz y Claudia Lavista. Durante la década siguiente, los ejecutantes Jorge Alberto Pérez y Omar Meza, se incorporaron a los elencos de las compañías Acción Colectiva y Taller de Danza de Caracas, respectivamente, además de realizar amplia labor docente y creativa.

Por su parte, Sonia Sanoja y Yolanda Moreno hicieron de México una plaza referencial en sus respectivas trayectorias artísticas. Sanoja se convirtió en motivo de admiración del influyente crítico Luis Bruno Ruiz, mientras que Moreno mantuvo nexos profesionales con la danza mexicana de expresión nacionalista representa en la figura impulsora de Amalia Hernández.

En el campo todavía no explorado exhaustivamente de la historia y teoría de la danza, la experiencia de Latinoamérica y muy especialmente la mexicana, resulta significativa. En ese camino, que es un laberinto, se han encontrado los intereses y las obras de historiadores, periodistas, críticos e investigadores, que ha tocado a este ejercicio en la esfera nacional.

Venezuela y México son coincidentes en su valoración de la danza. Sus creadores han constituido el puente idóneo para el afianzamiento de una vinculación esencialmente natural.

Carlos Paolillo
Publicado en El Nacional . cuerpo escenas
Caracas 6 de julio 2011

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