Dos visiones femeninas sobre el cuerpo expresivo, muy distintas entre si en cuanto a bases conceptuales, lenguajes formales y propuestas escénicas, comparten, sin embargo, un ámbito en común: su profundo sentido humanista. Luz Urdaneta, sólida creadora poseedora de un código proyectado y reconocible y Claudia Capriles, permanente indagadora por caminos no sistematizados ni establecidos, coincidieron con sus más recientes obras en la temporada inaugural de la Compañía Universitaria de las Artes de Unearte.
Soneto de un sueño, de Urdaneta, representa el más notable resultado de la etapa creativa que vive actualmente la coreógrafa, iniciada hace aproximadamente una década, en la cual la introspección emocional y gestual orientan su discurso estético. Durante este tiempo, la mujer, con sus fortalezas y sus fragilidades, ha sido el ámbito de exploración sereno y discreto. Esta nueva obra va mucho más allá y apunta a una intensa reinterpretación de la emotividad humana. El gran formato escénico, la presunción sobre la existencia de una o simultáneas historias y la contrastante pasividad y visceralidad corporales, inducen el espíritu y determinan sus formas. Un espacio abigarrado y olvidado en el tiempo, contiene a uno seres que se debaten entre el recuerdo, la nostalgia y la rebeldía. Tapizado de música muerta, el lugar, entre real y fantasmal, acoge quietudes y estrépitos, complicidades y recelos, equilibrio y violencia, cordura y locura. La concepción espacial de Soneto de un sueño es extrema en sus intereses visuales y se convierte en el parámetro contenedor de los impulsos desbocados y reprimidos de sus intérpretes. De búsqueda minimalista, tanto por su estética como por su tiempo, la obra de Luz Urdaneta logra generar imágenes, producir atmósferas y exaltar sentimientos sobrecogedores.
Por su parte, a-topos, de Claudia Capriles, tiene uno de sus principales atractivos en su propia dificultad de clasificación. La obra deja muy en claro su urgencia de tránsito por caminos inciertos, especialmente en lo que se refiere a su concepto e investigación sobre lo corporal. No se observa una unidad dramática, más bien se trata de acciones independientes que, juntas, se presentan como una dramaturgia no convencional. No se evidencia interés por un desarrollo exhaustivo de cada una de las ideas, sólo pretende un sugerente esbozo que debe ser reelaborado desde la personal sensibilidad de quien observa.Mucho de ceremonia y de ritual, ancestral y contemporáneo, lleva consigo el estudio escénico de Capriles, racionalmente estructurado y resuelto dentro de una dimensión estética superior. El impoluto espacio escénico concebido a la medida de su espíritu sobrio y desprovisto, se fusiona a plenitud con unos cuerpos dúctiles y un dispositivo lumínico y audiovisual de muy altas valoraciones formales.
Soneto de un sueño y a-topos, son también la resultante de procesos de integración artística - movimiento, teatralidad, musicalización y diseño - siempre deseable aunque pocas veces alcanzado con tanta plenitud.
Carlos Paolillo
Publicado en el Nacional- cuerpo escenas
Caracas 8 de junio 2011
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